La teoría Polivagal está llamada a ser una de las grandes revoluciones en la evidencia de la conexión mente-cuerpo. Lo que desde hace mucho tiempo los terapeutas y facilitadores corporales venía defendiendo desde un lugar experiencial o intuitivo, como es la conexión directa entre el cuerpo y la mente y la influencia psicosomática de las experiencias mentales y corporales entre sí, ahora es una evidencia neurocientífica y con extraordinarias posibilidades de intervención tanto desde la medicina como desde el coaching, la terapia o el desarrollo personal.

El Sistema Nervioso Autónomo regula aquellas funciones vitales que nuestro organismo ejecuta sin nuestra intervención consciente. El sistema endocrino, los latidos del corazón y el bombeo de la sangre en nuestro organismo, la respiración cuando no actuamos directamente sobre ella, son algunos de los ejemplos de multitud de acciones que tienen lugar en nosotros sin nuestra dirección consciente.

El Sistema Nervioso Autónomo o SNA, está compuesto por dos sistemas con actividades contrapuestas. El sistema simpático y el sistema parasimpático. Ambos sistemas regulan actividades muy dispares en el organismo: el corazón, las lágrimas, el sudor, la saliva, el comportamiento del riñón, el intestino, los órganos sexuales, la vejiga, el páncreas, etc. Esta regulación está relacionada con el mantenimiento del equilibrio u homeostasis entre el organismo y el entorno

Así el SNA incrementa o reduce la actividad de estos órganos descritos y muchos otros, dependiendo de la evaluación somática global que el sistema haga del riesgo o de la existencia de peligro o amenaza en el entorno.

El SNA simpático se encarga de la activación del sistema y del incremento del nivel de alerta, podríamos decir y por tanto más conectado con el concepto de la defensa o el ataque. Y el parasimpático está orientado a la actitud de calma y relajación y más conectado con el estado de apertura y encuentro o contacto afectivo con el exterior o los demás

Con cada interacción o experiencia relacional que tenemos con el entorno, nuestro SNA aprende e incorpora nuevos datos adaptativos y de evaluación frente a situaciones potencialmente estresantes, siempre buscando el equilibrio entre situaciones de conexión o apertura (con reducción de la activación del SNA, menos intervención del sistema simpático y más del parasimpático), o situaciones evaluadas como amenazantes (con una mayor activación del SNA a través del sistema simpático).

Por tanto, el SNA podemos decir que influye decisivamente en nuestra manera de relacionarnos con el mundo y de evaluar nuestro acercamiento o conexión con los demás o la experiencia de sentirnos seguros y a salvo. Y lo hace por debajo del nivel de conciencia.

La huida o el ataque son reacciones regidas por el sistema simpático. Y mantienen un elevado nivel de activación en el organismo. Este tipo de reacciones no son universales sino que son respuesta a un mapa subjetivo consecuencia de la experiencia, el aprendizaje adaptativo por parte del sistema a partir de las experiencias de interacciones pasadas.»